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Carolina Cordero. Coordinadora de IU Madrid Responsable Federal de Vivienda de IU _______________________________________ |
Vivimos
la segunda crisis de vivienda en lo que va de siglo. En la primera crisis, cientos
de miles de personas fueron desahuciadas y arruinadas. Ahora varios millones
sufren la carestía del alquiler sin apenas escapatoria, miles de jóvenes no
pueden emanciparse y cada vez más sectores de la población adulta deben
compartir piso sin desearlo. Mientras, continúan los desahucios de quienes
menos pueden defenderse, a manos de jueces que se saltan la ley. En muchos
barrios repunta el hacinamiento y la infravivienda.
Pero,
¿por qué está pasando esto? La población y los hogares han crecido mucho en las
ciudades y zonas turísticas, pero el número de viviendas no. Además parte de
ellas, ahora son pisos turísticos. La llegada de trabajadores migrantes a estas
zonas se suma a los sectores más precarios de la clase trabajadora que ya
vivían en ellas. Cada vez más gente solo puede acceder a la vivienda a través
del alquiler. Este desequilibrio está provocando el aumento de la carestía y la
penuria de la vivienda. Nada nuevo bajo el capitalismo.
Esta
situación está acelerando cambios estructurales en el modelo de vivienda
guiados por el interés del capital. Gracias a mejores salarios y a la masiva
construcción de VPO hasta los años 90, y después, al acceso al crédito, en
1999, el 86% de los hogares disponía de vivienda en propiedad, máximo
histórico. En 2023, apenas el 75%. Cada vez más hogares viven de alquiler,
pasando del 14% al 18% en 20 años, lo que indica que aumenta el número de
multipropietarios. Cada vez más viviendas vuelven al ciclo del capital para
extraer beneficios, cuatos más, mejor.
Este
proceso de acaparamiento de viviendas tuvo un impulso importante tras la Gran
Crisis iniciada en 2008. Más de 1 millón de viviendas están en manos de grandes
tenedores, contando solo quienes poseen 10 o más viviendas, por lo mucho más de
un tercio de las viviendas en alquiler están en manos de grandes o medianos
capitalistas. Desde 2012 proliferan las SOCIMIS, capital dedicado a comprar -
también a construir - viviendas para alquilar, sin pagar impuesto de
sociedades. Se suman a bancos y fondos de inversión y promotoras que comienzan
a construir o a comprar para alquilar no para vender.
El
capital va a por las viviendas. Tanto que bancos y aseguradoras persuaden a la
generación del “baby boom” para que “monetice su vivienda”. Los mismos que
siembran pánico sobre la okupación y dudas sobre las pensiones públicas, con el
objetivo de privatizarlas junto con la sanidad, y que hacen negocio con las
residencias de la tercera edad. “Dame la casa y tendrás una jubilación
tranquila”, dicen los buitres. La casa la compran barata, los cuidados los
venden muy caros. El capital quiere hacerse con el inmenso patrimonio
inmobiliario acumulado por generaciones de la clase obrera, pagado con sus
salarios, y con sus impuestos que financiaron la VPO.
Estas
viviendas en propiedad están cada vez más infraocupadas. Más de cinco millones
de hogares unipersonales, casi el 25%. En el extremo opuesto prolifera el
hacinamiento, el alquiler de habitaciones, la infravivienda. Y el capital
vocifera: ¡A construir más barrios! ¡Ciudades más grandes! ¡Subvenciones a mí!
Pero con discreción, acapara las viviendas que existen en el centro de las
ciudades para convertirlas de nuevo, en mercancía, expulsando a quienes viven
de alquiler o comprando barato para alquilar caro. Es el nuevo viejo modelo:
propietarios VS proletarios.
Hay
que preguntarse, ¿quién va a dirigir la gran y necesaria reforma y ampliación
del parque de vivienda y de las ciudades del país? ¿El capital para
enriquecerse o la sociedad para garantizar el derecho a la vivienda digna, a la
ciudad y al país digno? A la vista de la historia, lo tenemos claro: la
vivienda debe ser una infraestructura pública para atender las necesidades
sociales de forma justa y democrática, no una mercancía que se compra y se
vende.
Esta
es la línea maestra: ampliar el parque público de vivienda para alquiler social
por todas las vías posibles y para su gestión crear un sistema de asignación
según criterios sociales y ecológicos, mediante procesos democráticos y
participativos, con el objetivo de la ciudad de los 15 minutos.
¿Hay
que construir viviendas y ampliar las ciudades para superar la crisis?
La
clave es la planificación pública y democrática. Solo hay que construir si es
menos costoso que adquirir viviendas y edificios, reformar, adaptar, rehabilitar.
Por ejemplo, para crear soluciones habitacionales y de cuidados para personas
dependientes, en la estrategia de desinstitucionalización.
Hay
que descentralizar instituciones para descargar población de las grandes
ciudades: el camino opuesto a la megalópolis, insostenible desde el punto de
vista medioambiental, de salud y de cuidados. Igualmente hay que generalizar un
modelo de vivienda dotado de bienes y espacios comunitarios para socializar y
profesionalizar tareas domésticas, lo que permitirá ahorrar energía y
materiales, reducir el desperdicio alimentario, generalizar el consumo de km O,
con obvios beneficios sociales y ecológicos.
Artículo de Mundo Obrero Marzo 2025