Las crisis económica, ecológica y de
reproducción social/de género configuran la actual crisis ecosocial. La crisis
económica ha sido, de largo, la más estudiada y que más atención ha acaparado.
Sin embargo, no es posible empezar siquiera a resolverla de manera real sin
tener en cuenta tanto la crisis ecológica como la crisis social y, dentro de
ella, la crisis de cuidados y la brecha de género (Eva
María Sempere)
El
ecofeminismo que nace de la cercanía histórica de mujeres y naturaleza, une la
lucha contra la explotación y la dominación de la mujer con la de la naturaleza
ya que existe una relación entre la mujer y la naturaleza que viene de una
historia común de explotación por parte de una sociedad capitalista patriarcal.
La
situación de supervivencia que se da en muchos hogares, también se da en los de
unas clases trabajadoras cada vez más vulnerables por la precariedad del
empleo; hogares que mayoritariamente son atendidos por mujeres. Supervivencia
que las mujeres enfrentan mediante el ajuste de necesidades, el ahorro y
aprovechamiento, conocimientos globales, el respeto a los ciclos de la vida… en
suma, una concepción natural de las cosas. Lo contrario a esto es el mercado:
acumulación hasta el crecimiento infinito.
El
sistema de producción capitalista, basado en el extractivismo y la explotación
de bienes naturales y personas trae consigo la explotación de las clases
trabajadoras, hombres y mujeres –estas en su doble condición de trabajadoras y
mujer-, y para ello tiene al patriarcado como uno de sus mejores instrumentos
para su mantenimiento pues consigue a través de la división sexual del trabajo
el sostenimiento y reproducción de su modo de producción.
Junto
con la explotación directa de la clase obrera, de la destrucción de la
naturaleza y de la opresión de la mujer a favor de la acumulación capitalista
no sólo son consustanciales al actual modo de producción, sino que todas ellas son
imprescindibles para su reproducción aún a costa de una crisis ecológica y
social que afectando a la vida del planeta, la sufren especialmente las mujeres
y muy especialmente las mujeres pobres y
esta es la realidad que debemos y queremos cambiar.
Feminismo
es la lucha por la igualdad real entre mujeres y hombres, algo que debe
situarse en el primer plano de una política transformadora para cambiar una
sociedad basada de explotación de las mujeres por el hecho de ser mujeres, en
la explotación de mujeres trabajadoras y cuidadoras y de hombres trabajadores y
escasamente cuidadores. La unión entre vida doméstica y medio ambiente es
íntima, incluso en nuestro urbanita y tecnificado mundo occidental basado en un
sistema que se mantiene por medio de la explotación, de trabajadoras y
trabajadores asalariados y, de las mujeres sin trabajo remunerado,
indispensables en el sistema capitalista para la reproducción social.
Ecofeminismo
es una filosofía y una práctica que nace de la cercanía y los vínculos
profundos existentes entre la sometimiento de las mujeres y la explotación
destructiva de la naturaleza, y que aunando feminismo, ecologismo y socialismo y
que junto con ellos son piezas claves de una política transformadora.
Por
un lado, está la tarea de llegar a una sociedad y a una cultura que sean
realmente igualitarias; una sociedad y una cultura que no sean androcéntricas; una sociedad y una cultura
para salir de la crisis ecológica y social que ha generado el actual modo de
producción; detener la cuenta atrás del cambio climático y de la destrucción de
la biodiversidad.
El
proyecto de sociedad al que aspira el ecofeminismo es ir avanzando hasta
conseguir un sistema social donde las mujeres, los hombres y la naturaleza no
se vean sometidas a prácticas de explotación y dominio, esencia del capitalismo.
Ambiciosa tarea.
Según Eva García Sempere “para que pueda darse la vida hay
que garantizar los cuidados ambientales y sociales. Y el sistema capitalista
explota los límites biofísicos del planeta y los límites temporales que las
personas invierten en cuidados. Por tanto, la gran contradicción es capital vs
vida, ya que el patriarcado impone una misma visión a su relación con la
naturaleza que a las mujeres y los cuidados: arrebata aquello que le es útil
sin tener en cuenta las consecuencias. Exprime y explota a trabajadoras y a los
territorios y recursos.
Lo
que se requiere es una lucha de desafíe la subordinación del trabajo
reproductivo al capital que sabe perfectamente que el trabajo de los cuidados,
el reproductivo y doméstico, es una de las bases de este modo de producción
porque es la forma en la que se reproducen los trabajadores, que permite la
explotación de los pueblos del planeta y la degradación de la tierra; una lucha
que tiene que ser lo suficientemente revolucionaria, enfrentándose al sistema
capitalista y a su destructiva reproducción metabólica social y ecológica como
un todo y esto es lucha de clases.
José
Ramón Mendoza