IZQUIERDA UNIDA: DESDE EL GOBIERNO, CON O SIN CONCEJALES, SIEMPRE AL LADO DE LAS CLASES TRABAJADORAS

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domingo, 23 de febrero de 2020

MARCOS ANA. IN MEMORIAM

Hace una semana organizado por la Concejalía de Cultura de Hoyo de Manzanares, tuvo lugar un homenaje al poeta Marcos Ana, Es bueno y positivo que instituciones democráticas como son los Ayuntamientos lleven a cabo estos actos en memoria de personas que lucharon y sufrieron prisión, cuando no la muerte por defender la democracia; esa democracia que, con sus defectos, hoy disfrutamos tanto los que luchamos por ella en los negros tiempos del franquismo.

Por ello hemos querido hablar de la vida y la lucha por la libertad y la dignidad humana  de este poeta nacido hace cien años que, sin embargo algunos canallas intentan denigrar taccánadole de asesino.

Un hombre bueno
Matilde Tenorio
Difícil y complicado hablar de Marcos Ana como poeta sin hacer referencia a su lucha como comunista y que vio mermada su vida con la condena que le impusieron los tribunales franquistas.
Como poeta, aunque no haya alcanzado el prestigio y la calidad del otro poeta encarcelado, Miguel Hernández, consigue transmitir con maestría la emoción de su experiencia vital durante los 23 años que estuvo en la cárcel.
Conmueve,  por poner un ejemplo, “La vida”, poema en el que evoca imágenes y sensaciones placenteras de las que, por el tiempo que lleva recluido, no puede percibir con nitidez.
La vida
¿La vida?
Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río,
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar. Habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una sepultura
y la canción de mis losas?
Veintidós años… ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma…
Escribo a tientas: el mar, el campo…
Digo bosque y he perdido
la geometría de un árbol.
Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.
(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario)
La mayoría de sus poemas hablan de su experiencia en la cárcel, de los patios, de los compañeros desolados, de sus ansias de libertad. ¿Cómo no, si solo pudo disfrutar de ella en su infancia y adolescencia? No tuvo otra vida que la pobreza y la lucha por los derechos de los más desfavorecidos. Fue un hombre bueno, como Machado, que nunca quiso venganza. Fue un activista político y ese fue su pecado como el mismo dice en otro poema, y por eso mismo, en esta España que está volviendo a las cavernas, no contentos con haberle quitado 23 años de su vida, se le vuelve a vilipendiar.
He aquí la muestra: A instancias de la Concejalía de Cultura de nuestro pueblo, se programó hace una semana un recital-homenaje con motivo del centenario de su nacimiento. Nada más sencillo e inocuo, pero desde la derecha se alzaron voces tildándole de asesino y llamando a boicotear el acto
¿Todavía estamos así?  En nuestro país se sigue denostando a los que lucharon contra el golpismo y por defender el gobierno legítimo. Esa falta de respeto hacia los “vencidos” y su impunidad es la muestra de lo poco que ha avanzado nuestra sociedad.
Ahora, el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por el PP, Cs y Vox ha borrado los versos de Miguel Hernández del Memorial de La Almudena. Debe ser muy peligroso leer poesía.
Nunca más acertada la llamada que hace en el Romance para las doce menos cuarto, escrito una nochevieja en la cárcel y que, algunos de sus versos dicen:
Camaradas, a las doce,
todos los pulsos en hora;
que suenen como campanas,
en una campana sola;
que fundan los corazones
en un Corazón y todas
las ramas del pulso sean
árbol de luz en las sombras.
Así lo comprendieron los muchos asistentes al acto de homenaje a Marcos Ana.  Acto entrañable, bello y estimulante.

Breve semblanza de un luchador poeta

José Ramón Mendoza

En la sala común, calentada por una estufa de hierro que estaba situada junto al patio de juegos y paseos en la cárcel de Segovia. Corría el año 1973, un día del frío invierno castellano, cuando la nieve impedía los paseos y juegos por el patio, nos hallábamos en una mesa jugando al dominó cuatro compañeros jóvenes, de no más 25 años, cuando se nos acercó uno de los presos políticos que más años llevaban en prisión y, cogiendo una silla y sentándose con nosotros nos dijo: la memoria no puede caer en el olvido y por ello os voy a hablar de un hombre que no se dio por vencido.

Esta es su historia según nos fue contada en una fría tarde segoviana:

Hace 35 o 36 años, nada más acabar la guerra, entró en la madrileña cárcel de Porlier un joven de no más de veinte años condenado a muerte.

Este jovenzuelo, prosiguió el viejo militante, aunque vivió su infancia en Ventosa del Río Almar, nació en San Vicente una pedanía del municipio salmantino de Alconada en el seno de una familia pobre de jornaleros, profundamente católicos. Como era habitual en esos hogares su formación fue escasa, y a los doce años tuvo que dejar los estudios y ponerse a trabajar para poder aportar así ingresos a la familia.
Al producirse la sublevación fascista con sólo 16 años marchó al frente en el batallón de milicias «Libertad» de las JSU, combatiendo en la sierra de Madrid, durante los primeros días de la contienda, joven imberbe que al producirse la militarización de las milicias y la creación del Ejército Republicano, fue obligado a abandonar el campo de batalla por ser menor de edad.

Terminada la guerra e instaurada la dictadura, al no poder abandonar España se entregó a las tropas italianas que entraron en Alicante las cuales le entregaron a los rebeldes. Un Tribunal Militar, de esos que sin ninguna garantía procesal, formados por militares traidores y rebeldes, condenaban a muerte por rebeldía a quienes se habían mantenido leales al orden constitucional. Tribunales que como a tantos otros y otras, le condenaron a muerte, sentencia que fue posteriormente conmutada por la 30 años, de los cuales pasó 23 en las duras cárceles de Porlier, donde participó en la creación de un periódico clandestino, “Juventud”, Ocaña y Burgos donde yo le conocí, convirtiéndose en el preso político que más tiempo permaneció en esas prisiones franquistas donde había sacas diarias, frío, hambre, enfermedad y palizas.

Y  esto hay que contarlo, por qué quizás muchos no sepáis que hace años hubo mujeres y hombres que lucharon contra el fascismo, algunos casi niños, como él y que una vez “si salgo un día a la vida / mi casa no tendrá llaves”.

El joven preso no sé dio por vencido, en la prisión inició su formación autodidacta, y en la cárcel se aficionó a los clásicos como Lope o Quevedo; incluso a pesar de no estar permitida su lectura pudo leer El Quijote; para pasar después a los versos de Federico, asesinado en la guerra por el fascismo y de Miguel Hernández preso como él, que acabaría muriendo tras las rejas.

Empezó a escribir sus primeros poemas bajo el pseudónimo formado con los nombres de sus padres: Marcos y Ana. En ellos animaba a combatir la dictadura a través de la palabra y le sirvieron para labrarse una fama como símbolo de la cultura y de compromiso.

Aquel compañero, como habéis supuesto nos contaba la vida de Marcos Ana; o lo que es lo mismo Fernando Macarro Castillo.

Con él me reencontré años después ya que éramos vecinos del madrileño barrio de El Pilar. Le pregunté si sabía algo más de Marcos Ana. Le he vuelto a ver en reuniones, me comentó, pero no he no he hablado apenas con él por lo que poco más sé que lo que de él me dicen sus compañeros y me contó que le le dijeron que marchó al exilio en Francia, donde el Partido Comunista le invitó a crear en París el Centro de Información y Solidaridad con España (CISE) con Pablo Picasso de presidente de honor destinado al apoyo de los presos políticos españoles con la ayuda de personalidades del mundo de la cultura francesa y españoles exiliados. Tras la muerte de Franco regresó a España en 1976, mostrando su eterno espíritu de reconciliación. Marcos Ana murió el 24 de noviembre de 2016 en Madrid, a los 96 años de edad.

Su obra poética completa no ha sido publicada aún, si bien se han recopilado en Venezuela todas sus obras. En 2007 publicó el libro de memorias, “Decidme cómo es un árbol”. Memoria de la prisión y la vida, prologado por José Saramago​ y centrado en su estancia en la cárcel y en su actividad política fuera de ella hasta la Transición.

Con el apoyo entre otros del premio Nobel José Saramago, escritores como Eduardo Galeano, el cantautor Silvio Rodríguez, el cineasta Pedro Almodóvar, la Universidad de Granada propuso a Marcos Ana como candidato al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia de 2009.

Ese mismo año, el Gobierno de España le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y al año siguiente fue el primer galardonado con el Premio René Cassin de Derechos Humanos, otorgado por el Gobierno Vasco, por su actitud al salir de prisión, al defender «la paz y el diálogo» y rechazar «cualquier deseo de venganza».

Este es el resumen de lo que aquel compañero nos contó, años después me añadió y que con algo más me he atrevido a narrar breve, y añado que pobremente porque una trayectoria tan rica hubiera merecido un relato mucho más amplio ya que ha sido la vida de un gran poeta, pero también de un comunista de un gran luchador por la libertad; un hombre comprometido con la humanidad al que un canalla como Javier Ortega Smith, el número dos de Vox tildó de asesino.

Dijo una vez Marcos Ana

“Ni un muerto, ni mil muertos, ni todos los muertos del mundo me pueden devolver a mí estos trozos de mi vida que yo he dejado en los patios y en las celdas de las cárceles. Lo único que me podría recompensar un poco la vida es ver triunfantes los ideales por los cuales yo he luchado, por los cuales ha luchado toda una generación.”

¿Son estas las palabras de un asesino?
No cabe mayor bajeza contra un hombre que sufrió persecución y cárcel por luchar por la libertad de la que ahora gozamos todos, incluso ese desalmado y los suyos.



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