Me incorporé a Izquierda Unida cuando nuestro Coordinador
era Julio Anguita. Empecé a comentar sus escritos e intervenciones con otros compañeros y
compañeras de la recién creada Asamblea de Hoyo en el bar donde ahora existe un
Kebab. Los debates de ese tiempo me
hicieron cambiar muchos de los supuestos paradigmas que entonces tenía, en
concreto recuerdo algunos sobre el desarrollo de las fuerzas productivas y el
crecimiento son límites; fue con esos debates con los que mi conciencia
ecológica, más bien ambientalista, fue evolucionando hacía la ecología política
y que el modo de producción capitalista es incompatible con la conservación de
la naturaleza y con el futuro de la humanidad y del planeta.
Fueron esos debates sobre lo que el compañero Julio
escribía o decía lo que me llevó a resolver algunas de mis contradicciones
sobre lo que entonces las contradicciones que yo tenía entre el análisis
marxista y la ecología, a descubrir autores que descubrieron que no sólo
marxismo y ecología no se contraponían, sino que puedo llegar a afirmar que
Marx, junto con Engels, fueron quienes esbozaron la ligazón entre el modo de
producción capitalista y la destrucción del planeta.
El compañero Julio ya no está físicamente entre
nosotros; nos ha dejado un compañero, un camarada, un referente de la izquierda
transformadora y, sobre todo un luchador, un comunista y un maestro.
Un compañero que, ya desde su papel como fundador de Izquierda
Unida siempre luchó por la unidad de esa izquierda; eso sí siempre en base a
acuerdos programáticos para mejorar la vida de la clase trabajadora.
Julio para mí y creo que para la mayoría no fue un líder
sino un dirigente, una persona que, como buen comunista, desde sus puestos de dirección
política ejercía esta de manera colectiva; un dirigente que ponía por encima de
todo la necesidad de difundir, de debatir que ponía en práctica las famosas
recomendaciones del dirigente comunista italiano Antonio Gramsci “Instrúyanse, porque tendremos necesidad de
toda nuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo nuestro
entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda nuestra fuerza”.
Ayer, 16 de mayo, se nos fue un gigante de la política,
de la Política con mayúsculas. Un defensor de la clase trabajadora y de su
necesaria unidad. Julio fue un hombre incorruptible que, en un sistema
corrupto, hizo de los principios una de las armas más poderosas que puso al
servicio de la clase trabajadora y de toda la humanidad.
En muchas de sus intervenciones el compañero Julio,
con su gran capacidad pedagógica se adelantó a los tiempos con unos análisis
que, no sólo se han ido demostrando acertados, sino que con el paso de los años
esa capacidad está siendo reconocida por la mayoría de los militantes de
izquierda, aunque nunca por todos, como les pasa a los grandes.
Después de su etapa como Diputado por Izquierda Unida,
tiempos en los que ésta alcanzó su mayor representatividad, volvió por un
tiempo a su trabajo de maestro y renunció con coherencia, integridad y desprecio
a todos los privilegios posibles, cuando ya se empezaba a hablar de “las puertas
giratorias” tan traspasadas ayer y hoy por muchos de los que le criticaron.
Compañero Julio, físicamente te has ido, pero
intelectual y políticamente sigues con nosotros.
Salud.
José Ramón Mendoza
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