Manuel
Villares (Vox) dimite del equipo de gobierno, donde asumía las competencias
delegadas de Cultura. Por fin se ha dado cuenta de que con el liderazgo
ególatra de Barderas no hay nada que hacer. Ha tardado, sin embargo, en
abandonar un barco que lleva un año a la deriva y hundiéndose.
El
departamento de Villares no ha funcionado, y no ha sabido evitar los numerosos
agujeros que le han ido saliendo en el área. Y jamás ha encontrado los apoyos
necesarios de la alcaldesa para resolverlos. Lejos de mejorar la cultura, hoy
nos encontramos con un pueblo que se aleja demasiado de los estándares antes
marcados para nuestro pueblo. Ni ha maniobrado con dinamismo y agilidad, ni ha
sabido imponerse a Barderas. La alcaldesa y Villares han actuado siempre como
el perro del hortelano: Ni han comido, ni han dejado comer. Todo en detrimento
de los ciudadanos y de la cultura.
Pero
ni mucho menos Villares se marcha por desavenencias políticas profundas, pues
en ideología sí han coincidido en aquellas iniciativas municipales de tinte
claramente político. Se va por desavenencias en la gestión del gobierno tirano
y déspota de Barderas, no teniendo opciones a nada bueno si hubiese continuado.
Por supuesto, su marcha es obra y gracias de nuestra alcaldesa, primera y
última responsable de que ya hayan salido corriendo dos personas del gobierno
que capitanea.
Y
ahora, con este panorama, que alguien nos explique cómo un gobierno en minoría
va a sacar adelante proyectos sin los avales necesarios para hacerlo.
Los
concejales hoy no adscritos (M. Villares y A.M. Lorenzo): ¿Impondrán, junto con
la oposición, que los plenos vuelvan a ser mensuales?; ¿Determinarán que las
competencias sustraídas al Pleno vuelvan a ser del Pleno?; ¿Modificarán los
reglamentos para que la oposición pueda volver a presentar mociones con mayor
facilidad?; ¿Impulsarán iniciativas para que, tras quince meses sin convocarse
los consejos municipales, por fin se convoque a la participación ciudadana? Son
sólo algunos ejemplos de políticas a revertir de la Sra. Barderas, y que la
actual oposición – ahora en mayoría - puede forzar en los meses venideros. Una
legislatura más justa en transparencia, democracia y participación, pero una
legislatura con muy pocas posibilidades de sacar adelante proyectos.
Con
este panorama, ¿aguantarán hasta el final los cinco que, junto a la alcaldesa,
hoy siguen gobernando? ¿O tirarán la toalla aquellos y aquellas que finalmente
abran los ojos y reparen en que, con Barderas al frente, no hay nada que hacer,
nada que mejorar, mucho que empeorar, y que están siendo sometidos y sometidas
a manipulaciones constantes de una trepa sin reparos ni conciencia?
El
pueblo necesita que la gestión municipal funcione, y, ni está funcionando, ni
parece posible que vaya a funcionar.
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