Crisis del sistema
sanitario y coronavirus
CAS
Existen demasiadas
incógnitas sobre el surgimiento del Covid19. Entre ellas, cuándo y dónde surgió
el caso 0. Quizás, nunca las despejaremos del todo. Sin embargo, si algo nos
ofrece la situación provocada por la crisis del coronavirus, es la oportunidad
de reflexionar acerca de la necesidad de una férrea defensa de una sanidad
pública de calidad.
Durante todos estos
años se ha alertado sobre el proceso de privatización que estaba sufriendo la
sanidad. Madrid ha sido uno de los territorios más perjudicados por recortes y
privatizaciones. Ahora, bajo mínimos por falta de personal y de material.
En el momento actual,
los centros sanitarios de Madrid -y otros puntos del estado- están al borde del
colapso, con los trabajadores dejándose la piel y arriesgando sus vidas debido
a los recortes de plantillas y a la falta de material de protección. Esto ha
provocado el contagio de centenares de ellos, con lo que ello implica para el
funcionamiento del sistema. En las urgencias de muchos centros, sobrepasados
por la situación, no hay posibilidad de separación entre pacientes
respiratorios y no respiratorios, lo que convierte las salas de espera en
potenciales focos de transmisión.
Entre tanto, desde
las Gerencias Sanitarias se envían instrucciones que nos recuerdan que nuestra
obligación es atender a todos los pacientes y de mantener la limpieza,
restauración,... Pero no disponemos de los medios de protección adecuados,
contrariamente a lo que dictan las recomendaciones más básicas de salud pública
y el sentido común.
Algunos médicos,
personal sanitario o no sanitario, con síntomas, están aislados en sus casas.
Otros, con o sin síntomas, pero en contacto con pacientes positivos, siguen
trabajando con los pocos medios existentes. En muchas ocasiones no hay pruebas
de detección para ellos, a pesar de su incidencia en la diseminación de la
enfermedad. Mientras tanto, para quien sí hay pruebas, es para los políticos de
todo signo: Claro, ellos tienen que garantizar el interés general y deben ser
testados los primeros.
Cuando -desde 2005-
nos manifestábamos denunciando que la privatización mata, muchos de los
telepredicadores que hoy se desgañitan en los saraos televisivos defendiendo la
sanidad pública, guardaron un escrupuloso silencio. Incluso los que fueron
ejecutores directos del proceso de privatización, aparecen ahora de la mano de
los que fueron colaboradores necesarios en su momento. Y denuncian cínicamente
la "privatización del sistema de salud" ahora.
Hoy, como siempre que
hay una crisis que no hemos creado, gobiernos y autoridades solicitan
comprensión y responsabilidad a la población. La que ellos no tuvieron cuando
firmaron las leyes privatizadoras, los despidos de miles de trabajadores del
sector o la amortización de las plazas de los que se jubilaban. Sí, esos mismos
que recortaron por miles las camas hospitalarias de los centros públicos para
abrir hospitales privados. Así nos dejaron un sistema de salud en mínimos,
incluidos servicios especializados y de urgencias, con menos capacidad para dar
respuesta eficiente a una enfermedad de estas características que hace 15 años.
Nosotros repetíamos que la salud nunca puede ser un negocio y los gestores se
reían. Hoy no se ríe nadie, porque hoy recogemos los frutos.
En este momento no
debemos olvidar que a la mortalidad directa de los pacientes que fallezcan por
el Covid19, habrá que sumar la indirecta: todos aquellos que pueden estar
muriendo por falta de respuesta a tiempo del sistema sanitario, que en algunos
puntos del estado está colapsando. Infartos, ictus, accidentes, ... no están
siendo atendidos en algunos centros, con la premura adecuada. El sistema no da
más de sí, y el minado provocado desde hace dos décadas por el proceso
privatizador deja ahora sus dramáticas consecuencias.
Mientras, los
expertos debaten qué hacer. Pero, a falta de vacuna o tratamiento farmacológico,
parece que quedan pocas medidas -aunque muy básicas- que podemos hacer todos:
mantener la calma, extremar el aislamiento domiciliario, aplicar una higiene lo
más estricta posible y proteger a los más susceptibles de morir: ancianos y
pacientes crónicos.
Por último, los
trabajadores/as del sector sanitario no necesitamos que nos den las gracias por
realizar nuestro trabajo, ni aplausos masivos televisados. Hay que ir más allá.
Lo que necesitamos, cuando salgamos de esta crisis, es algo que los políticos y
empresarios no están dispuestos a hacer: Derogar la ley 15/97 y todas las
normas que han legitimado la privatización y el desmantelamiento del sistema de
salud, el rescate de los centros sanitarios privatizados y mantener la sanidad
pública al margen del lucro. Y esto sólo se logrará con organización y con
movilizaciones masivas y contundentes. Nos va la vida en ello.
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