El
lunes 13 de mayo de 2024 Hoyo de Manzanares conseguiría despertar de su letanía
western. Por unos días y por el “módico” precio de “100.000 euros 100.000”,
Hoyo se iba a convertir en un pueblo de leyenda. Al evento sólo vinieron las
sombras de los visitantes, a pesar de las cuñas que lo anunciaran en las radios
y medios nacionales, a pesar de homenajear con pompa y boato al “ilustre”
Cerezo.
Las
aceras, progresivamente colonizadas por la vegetación silvestre, ¿nos harían
creer por momentos que seguimos confinados?; Las inversiones tampoco llegarían,
si bien una acera sería ensanchada 90 cm, para orgullo de un concejal de
urbanismo que, tras 11 meses de “experimentada” gestión, por fin dejaría una
impronta personal en el pueblo.
Bueno,
no todo seguiría igual: El pueblo ahora lucía más banderas rojigualdas,
recordando a sus habitantes cuál era su país, por si lo habían olvidado.
Tampoco
seguirían igual los bolsillos de sus ciudadanos: El gobierno de Hoyo les pedía
mayores sacrificios para sufragar un servicio de basuras no existente. Pero
claro, había que abonar los sueldos de gobernantes y asesor, el despilfarro de
eventos mal dimensionados, de comilonas y un mayor gasto generado por el uso
abusivo de contratos menores.
Además,
habían rehusado los cientos de miles de euros de subvenciones que otros
obtuvieron. Y como por la vía de los sacrificios impositivos no bastaría,
también recurrirían a los ahorros del pueblo, esos que anteriores gobernantes
dejaron a cero: El remanente. Más 500.000 euros hasta abril, y 700.000 euros
más en mayo. Menos mal que otros dejaron a cero los ahorros…
Definitivamente,
Hoyo sí pasaría a ser un pueblo de película: Más pobre, con menos servicios e
inversiones, pero con más banderas. Del género western pasaría al género de
terror.
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