Por Lucía Oliveras
Antonio Tenorio vive en
Hoyo de Manzanares y es doctor en Bioquímica y Biología Molecular. Fue
responsable de la creación en el 2001 de la Unidad de Virus Emergentes del
Centro Nacional de Microbiología en Majadahonda, desde el que ha participado y
dirigido numerosos proyectos y redes de investigadores de Europa e
Iberoamérica. Antonio ha solicitado sumarse al equipo de científicos
voluntarios que está organizando la Universidad Complutense para realizar al
mayor número de personas las pruebas diagnósticas del COVID-19 y ayudar en la
detección de casos.
¿Qué es un virus y cómo
se comporta en nuestro organismo?
Los virus no son capaces de sobrevivir por sí mismos.
Necesitan infectar células de seres vivos, ya sean bacterias o organismos más
complejos. Su éxito se basa en que, aun siendo incapaces de replicarse por sí
mismos, son capaces de entrar en las células a las que infectan para usar su
maquinaria y multiplicarse. Son, en definitiva, una molécula grande que se
envuelve en proteínas que son su llave para abrir y ocupar la casa grande de la
célula en la que vive y se multiplica. Cuando están bien adaptados a la especie
a la que infectan, su éxito depende de que no mate al organismo, pero si son
muy nuevos en la aventura de invadir nuevas especies, como el llamado COVID-19
en los humanos, pueden acabar matando al individuo en el que se multiplican.
Así ha sobrevivido nuestra especie, a pesar de los virus a los que nos
enfrentamos cada individuo a lo largo de nuestra vida.
Los virus han provocado
grandes epidemias a lo largo de la Historia. Sin embargo, cuando hablamos de
pandemias, ¿cuál es la diferencia?
Según el grado de extensión de una enfermedad puede ser
una endemia -como el dengue o la malaria localizado año a año en ciertas zonas-
o una epidemia cuando el brote es nuevo en cierta manera acotado. En el caso de
la pandemia ya tiene alcance mundial. También ocurre el ´salto de especie´
donde el virus se propaga de animales a humanos, por el contacto con la vida
silvestre o la convivencia con los animales. La viruela ha sido por ejemplo uno
de los virus más infecciosos, que saltó de camellos a humanos, aunque apareció
hace miles de años se erradicó recientemente. Como ejemplo de efecto de
propagación, está el caso de unos pocos conquistadores europeos que llevaron
nuevos virus como la gripe, el sarampión o la viruela a América. Fue la primera
guerra bacteriológica que les favoreció la conquista por sus efectos
devastadores. Hoy los virus viajan tan sólo en horas a cualquier parte del
mundo y son ya fenómenos globales.
¿Por qué hay más
infecciones hoy en día? ¿A qué prácticas es debido el ‘salto de especie’ en el
contagio?
La aparición de infecciones va en aumento y su contagio
es cada vez más rápido. Las razones están asociadas al desarrollo de una
economía de sobreexplotación de recursos. Algunos ejemplos que lo explican
sería la propia deforestación y el cambio climático que hace que los animales
silvestres se acerquen a las poblaciones. También la manipulación de animales
silvestres para comerlos, o extraer sus cuernos, etc. El hacinamiento de animales
en las granjas―gripe aviar, peste porcina...―el caso de las vacas locas por
haberles dado restos de vacas muertas como alimento. También el aumento de
mosquitos por la pobreza, que transmiten enfermedades como vector
intermediario. Una gran pandemia del último siglo es el SIDA que hace 100 años
saltó desde los monos y se expandió por todo el mundo; o el Ébola, que proviene
de murciélagos y no se ha extendido por gran número de países, pero en ambas
los factores de riesgo son la cercanía con animales silvestres en su aparición
y la globalización en su difusión.
¿Por qué se le llama
coronavirus o COVID-19?
Se debe a su imagen microscópica, con proteínas alrededor
de la membrana en forma de corona. COVID es el nombre de la enfermedad
aparecida en el 2019 (Corona VIrus Disease: Enfermedad por coronavirus). Se le
llama virus asiático porque procede de China, pero sin darle otra connotación
quiero señalar que las nuevas enfermedades infecciosas también brotan en otros
lugares como Inglaterra donde aparecieron las `vacas locas´ por la acción
humana. Hay otros casos de coronavirus recientes, como el MERS que aún se
mantiene en Oriente Medio o el SARS, el síndrome respiratorio agudo grave, que
apareció y se consiguió erradicar en 2003.
¿Qué nivel de gravedad
tiene el COVID-19 frente a otros virus?
El COVID-19 tiene una tasa de mortalidad del 2% pero es
menor que los anteriores coronavirus -el SARS 9% y el MERS 20%-. Sin embargo es
más letal que la gripe común (su tasa es del 0,1 %). Este nuevo virus es más grave
para quienes tienen las defensas bajas o complicaciones de salud. Los niños,
aunque aparezcan asintomáticos, pueden ser enormes transmisores. Estos días, en
China se está detectado sólo una docena de casos nuevos cada día y se espera
que vigilando a sus contactos pronto deje de circular. Así se consiguió
erradicar el coronavirus SARS rastreando de inmediato los contactos de los
infectados de un foco localizado.
¿Hay que esperar a una
vacuna?
Se están empezando a ensayar algunos candidatos. Es
posible que en 6 meses tengamos alguna vacuna que disminuya la gravedad de la
infección, y que en dos años tengamos alguna definitiva. Sería lo mejor en el
caso que el brote no desapareciera por completo, pero el reto es conseguir lo
que ha hecho China. Si cada persona puede contagiar hasta 30 o más, es una
emergencia disminuir esta curva de infección con el aislamiento, para que
disminuya el contagio y tratando de frenar el ciclo epidémico. Está en nuestras
manos pararlo y no transmitirlo a nuestro alrededor y, ojalá, no dejarlo como
herencia negativa a futuras generaciones
¿Qué opinas sobre el
método que se propuso anteriormente en Gran Bretaña sobre no hacer nada para
que la población se enfermara y produjera sus propios anticuerpos?
Que es una barbaridad causar medio millón de muertos
movido por intentar ser el primer país que sale de la crisis y así tomar el
liderazgo económico mundial. Hay que ser muy inmoral para plantear esta medida.
También pienso en países como EEUU, donde no están preparados ya que no tienen
un sistema de sanidad universal y el que no pueda pagar las facturas no acudirá
a los servicios médicos.
Toca reiterar las
medidas imprescindibles para evitar la transmisión del virus.
Primero recordar el modo de transmisión. Las personas
infectadas -incluso las que se mantienen asintomáticas- pueden estornudar o
toser y las gotículas que expelen pueden llegar a ojos, boca o nariz a través
de las manos y tocando objetos. Para evitar el contagio hay que aislar a los
infectados, guardar las distancias y lavarse las manos con agua y jabón
constantemente. Las mascarillas se usan para no infectar o para aquellos que
cuidan a infectados. Si no se dispone de mascarillas regladas se pueden hacer
caseras. Y sobre los guantes hay que recordar que son como una segunda piel y
que, si han estado en contacto con una superficie infectada, se convierten en
vehículo de contagio.
¿Las fake news podrían
considerarse como un nuevo virus de nuestra era?
Que el Ministro de Sanidad francés diga que el ibuprofeno
empeora el COVID-19 es un error grave, que el aislamiento va a matar más que el
coronavirus, puede confundir pero cae por su propio peso. La mayor
responsabilidad colectiva es seguir las medidas de contención del contagio.
Pero es cierto que, si se incita con una fake news a romper las medidas, puede
ser más peligrosa que el virus. Sí, hay que tenerlas en observación y buscar la
forma de erradicarlas, pero será un proceso social largo.