Manifiesto de Izquierda
Unida con
motivo
de la celebración
del 1º de Mayo de 2020
01/05/2020
Celebramos este 1º de Mayo, Día de la clase trabajadora,
en unas condiciones inéditas: en plena crisis provocada por la pandemia mundial
del coronavirus. Esta crisis sin precedentes está afectando no solo a la forma
de relacionarnos y a nuestros hábitos cotidianos, también, y muy especialmente,
a la economía y, por tanto, a las relaciones laborales y a las condiciones
económicas de la clase trabajadora.
Desde Izquierda Unida creemos que hay una salida justa,
social y democrática de la crisis, y que ello precisa un cambio profundo en las
políticas económicas que vienen aplicando los diferentes gobiernos durante la
última década. En la crisis económica del 2008 los gobiernos de turno
facilitaron el despido, abarataron costes y desregularon el mercado de trabajo;
deterioraron, en definitiva, los derechos de la clase trabajadora. Hoy, bajo el
Gobierno de coalición las medidas están dirigidas a garantizar la protección de
las clases populares, especialmente de los sectores más vulnerables.
La crisis sanitaria, que ya se ha transformado en una
nueva crisis económica y social, no debe servir como coartada para que la
mayoría social paguemos de nuevo los platos que rompió una minoría privilegiada
que, como en 2008, está viendo oportunidades de negocio. Para ello, entendemos
que son necesarias propuestas como el blindaje de los servicios públicos, más
inversión pública y una reforma fiscal para que los ricos también paguen, como
dice la Constitución.
Este 1º de Mayo va a ser un Día Internacional del Trabajo
atípico en muchos sentidos, el más evidente va a ser la propia celebración de
la jornada de lucha y reivindicación. Millones de trabajadores y trabajadoras
estamos viendo el desmoronamiento de las políticas neoliberales mandatadas por
una Unión Europea que debe abandonar el mensaje del ‘sálvese quien pueda’ si
quiere estar a altura de este momento histórico. Desde Izquierda Unida seguimos
apostando por la Europa de los pueblos, solidaria y democrática, que entienda
esta crisis como una oportunidad para salir más fuertes en torno a medidas de
inversión pública y protección social.
A este panorama complejo se suma la amenaza de la extrema
derecha y de una derecha que se deja arrastrar a posiciones antidemocráticas.
Las derechas han mostrado una actitud desleal y beligerante desde el primer día
con el Gobierno de coalición porque, a pesar de las dificultades, defiende los
derechos sociales de la clase trabajadora y de los sectores populares. Las
derechas tienen un proyecto nítido de clase que pasa por el blindaje de los
privilegios de las élites económicas. Desde el primer momento vieron en la
crisis del coronavirus una oportunidad para acosar al Gobierno utilizando
métodos hasta entonces inimaginables.
Las élites económicas y políticas no quieren derribar al
Gobierno únicamente por cuestiones ideológicas, sino porque está sentando las
bases para una salida de reconstrucción social, democrática y popular de la
crisis. Algunos ejemplos de políticas que van en esta dirección son la
facilitación de ERTES cubiertos por el Estado para que no se pierdan trabajos,
la creación de una unidad de gestión para supervisar el cumplimiento de los
derechos laborales, la prohibición de despidos, el permiso retribuido para trabajadores
y trabajadoras no esenciales, el subsidio para las empleadas del hogar y la
ampliación de la cobertura social, por ejemplo, a trabajadores y trabajadoras
autónomas por primera vez en la historia de nuestro país. Estas políticas son
las que realmente molestan a las élites económicas y a las derechas, y nos
lleva a advertir que su gestión en estos momentos sería muy distinta,
dramáticamente antidemocrática e injusta.
La crisis está poniendo de manifiesto que nos está
salvando todo aquello que no existiría en el proyecto de sociedad de las
derechas: servicios públicos, Estado protector y lazos comunitarios de
cuidados. En su sociedad ‘ideal’ solo podrían salvarse los más ricos, aquellos
que pudieran permitirse vivir aislados de la sociedad. Tras la crisis sanitaria
y en los debates en torno a la reconstrucción social del país haremos hincapié
en la necesidad de blindar servicios públicos como la Sanidad y la Educación,
los sectores estratégicos de la economía, así como del reconocimiento efectivo de
las labores de cuidados.
Denunciamos, un día como hoy, los ataques de las derechas
a las organizaciones de clase, último bastión de defensa de los derechos de
trabajadores y trabajadoras, tratando de debilitarlas en un momento en que son
más necesarias que nunca. Ponemos en valor su papel como interlocutores
sociales y como garantes de que el trabajo y los servicios se siguen prestando
en las mejores condiciones de seguridad y salud, respetando los derechos y
condiciones pactadas.
Desde Izquierda Unida seguimos anteponiendo los derechos
de los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país para que, en la senda de
la justicia social, avancemos hacia una sociedad en la que hombres y mujeres
convivamos en igualdad de oportunidades, donde el trabajo sea un derecho y
todas las personas tengamos cubiertas las necesidades básicas para
desarrollarnos dignamente como seres humanos.
Para ello necesitamos un cambio en el modelo productivo
que acometa la reindustrialización que nuestro país necesita para ganar soberanía
respecto a los llamados ‘mercados internacionales’, esto es, frente al gran
capital trasnacional. Solo así dejaremos de depender de los especuladores, que
únicamente buscan la maximización de sus beneficios privados por encima incluso
de la salud de la ciudadanía.
La crisis del Covid-19 ha puesto de manifiesto las graves
consecuencias de las políticas de privatización, con especial saña en el sector
de la sanidad, en un momento en el que ha quedado claro que solo la Sanidad
Pública nos protege a todos y a todas. Pese a la escasez de recursos generada
por los recortes, los trabajadores y las trabajadoras sanitarias están dando un
ejemplo de profesionalidad y de sacrificio.
No podemos pasar por alto que somos las mujeres, siempre,
quienes más sufrimos las consecuencias del neoliberalismo y de las crisis. El
empleo y los servicios de cuidados se ven afectados para las trabajadoras en
general y, en particular, para las trabajadoras informales y las trabajadoras
domésticas. La capacidad para conseguir nuestros medios de vida se ve altamente
afectada por la crisis. Recordemos que las mujeres somos el 85% de personal de
enfermería y casi el 100% del personal de limpieza de hospitales; somos el 70%
de las trabajadoras de farmacias, el 90% de las limpiadoras de empresas,
hoteles y hogares (incluido el servicio de empleadas domésticas) y cerca del
85% de las cajeras de supermercados. Tenemos que combatir la feminización de la
pobreza, la falta de derechos, la división sexual del trabajo y la doble
explotación.
La clase trabajadora no hemos olvidado lo que supuso la
crisis del 2008. Los sectores más vulnerables se vieron obligados a sobrevivir
gracias a las redes de solidaridad, mientras las oligarquías mantuvieron
intactos sus privilegios a costa del deterioro de las condiciones de vida de la
mayoría social. Por ello, en Izquierda Unida lo tenemos claro: un país justo y
democrático sale adelante sin dejar a nadie atrás, es sensible con las personas
más desprotegidas y defiende los derechos de quienes demuestran a diario con su
esfuerzo que el motor del país son los trabajos a veces menos reconocidos. A
todos ellos y ellas: gracias; por cuidarnos en los momentos difíciles y por
sacar adelante el país cada día.
Por primera vez en las más de 35 modificaciones que ha
sufrido el Estatuto de los Trabajadores, los sindicatos pueden intervenir en
negociaciones, aunque no existan representantes sindicales en los centros de
trabajo afectados. La labor de los compañeros y las compañeras sindicalistas
que luchan en los centros de trabajo para defender los derechos laborales es
imprescindible en la actual crisis. Hacemos un llamamiento a la organización
sindical y colectiva de la clase trabajadora como mejor herramienta para
nuestra defensa. De la misma manera, llamamos a participar en las
movilizaciones sindicales, desde la gran movilización virtual convocada por
CCOO y UGT, hasta cualquier otra reivindicación planteada para hoy por todas
las organizaciones sindicales de clase en la lucha para mejorar las condiciones
de la vida de la clase trabajadora.
Los trabajadores y las trabajadoras son esenciales
siempre, con crisis y sin ella.
PARA QUE NADIE SE QUEDE ATRÁS
EN EL APOYO A LOS SINDICATOS DE CLASE
POR LA MEJORA DE LA VIDA DE LA MAYORÍA TRABAJADORA
VIVA EL 1º DE MAYO
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