Era un pueblo como otro cualquiera, con gentes venidas de todas partes que vivían en armonía, pero llegó un día en el que aparecieron unos extraños personajes que recordaban a la época oscura. Se infiltraron entre la población y fueron imponiendo sus reglas.
Así
consiguieron nombrar a un nuevo Jefe, quien enseguida se hizo amigo del
Sumo-Sacerdote. Éste, que detectaba que cada vez eran menos sus adeptos, vio la
oportunidad de aliarse con el Jefe para engatusar al pueblo y aumentar su
influencia. Así, entre ambos, decidieron que regalarían juguetes a los niños si
se acercaban a recogerlos al templo del Sumo-Sacerdote.
Con
lo que no contaban es que muchos padres no estaban dispuestos a que sus hijos
fuesen atraídos al lado oscuro.
En
una reunión del AMPA, celebrada en el colegio del pueblo que había sido ejemplo
de convivencia entre las múltiples nacionalidades, culturas y religiones,
decidieron que no permitirían semejante tropelía. Al mismo tiempo debatieron sobre
cómo no quitar a los niños la ilusión por sus regalos, y así surgió una idea
brillante: Serían los propios padres quienes, simbolizando la unión de
culturas, religiones y nacionalidades, repartieran los regalos.
Eligieron
a Melchor, padre de Pedro, a Gaspar, padre de Aiko y a Baltasar, padre de Bongami como
representantes de los vecinos de Europa, Asia y África.
Daniela
Fernanda tomó la palabra y expuso que no se había tenido en cuenta a las
mujeres en la elección y que, además faltaban continentes si se quería integrar
a todos los vecinos. Acto seguido se propuso a sí misma para representar a
América con el nombre de la diosa Ixchel.
La
australiana Olivia se ofreció para ser Atania, diosa de Oceanía.
Faltaba
la Antártida. ¿Teníamos niños nacidos en el Polo Sur? Mari Sol levantó la mano:
sus abuelos habían estado ahí en una misión científica. Era la única referencia
que había, así que, ¡adjudicada!, ella sería K-Termen, el Ser de Luz de la
Tierra del Fuego.
Y
así, el 5 de enero se convirtió en el día en que los niños de todas las
culturas, con o sin deidades, recibían sus regalos en el Ágora a partir de las cinco
de la tarde.
¡Y
así resurgió de la esperanza!
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