No puede haber emancipación social sin emancipación
de la mujer y de la naturaleza.
El cambio climático es una amenaza para el planeta y los seres que le habitan; cierto pero también lo es que no afecta de la misma manera a unas clases sociales que a otras, ni a unos países que a otros y tampoco a hombres y mujeres ya que sus consecuencias no sólo mantienen las desigualdades estructurales, tanto las sociales como las que son consecuencia del género y, si esto es cierto en todas partes, lo es aún más en aquellos países del mundo donde las mujeres trabajadoras desempeñan su función en labores dependientes del clima como la agricultura.
Aun siendo un sector en el que las mujeres desempeñan un papel muy importante en laproducción agrícola, con frecuencia éstas no tienen el mismo acceso a los recursos, a la titularidad de las explotaciones o a los procesos de toma de decisiones, privadas y oficiales que atañen a la agricultura y el cambio climático.
Cualquier crisis, la
económica, la social y, por supuesto la ecológica, incide especialmente en la
vida de las mujeres, y ello es consecuencia al reparto desigual de poder entre
mujeres y hombres, a la brecha de género en el acceso a la educación y las
oportunidades laborales, la carga de cuidados no remunerados y la prevalencia
de la violencia de género, además de las demás formas de discriminación de género
profundamente arraigadas en nuestras sociedades.
La desigualdad de
género, sumada a la crisis climática, es uno de los grandes desafíos de nuestra
época ya que amenaza los medios de vida, la salud y la seguridad de las niñas y
las mujeres de todo el mundo.
En España, según Greenpeace,
un informe pericial que analiza cómo el cambio climático ahonda la brecha de género
en España, incluso, algunas de esas evidencias son admitidas por la
administración española. Sabemos que el cambio climático afecta a las personas
de forma desigual y la principal conclusión de este informe es que, como
consecuencia del cambio climático, las mujeres españolas reciben un mayor
impacto en su salud y condiciones de vida. Las mujeres embarazadas, junto con
los niños o los enfermos crónicos, son las más vulnerables a la mala calidad
del aire, tienen más riesgo de padecer algunas enfermedades relacionadas con la
contaminación y son más vulnerables que los hombres ante el calor o el frío
extremos.
El sistema
capitalista es un modo de producción que desarrolla modelos económicos basados
en la explotación, el beneficio, el consumo indiscriminado y la violencia y, y
un modelo social donde las desigualdades económicas abocan a millones de
personas, sobre todo a las mujeres, a una vida en precariedad. y la desigualdad
es un sistema que se basa en la explotación de mujeres y hombres, que no puede
perdurar sin provocar una acumulación continua y un crecimiento constante que
llevan consigo la destrucción del planeta
y, por lo tanto de la vida.
El sistema de
producción capitalista, construido contra las bases materiales que sostienen la
vida, trae consigo la explotación de las clases trabajadoras, de los hombres y las
mujeres –estas en su doble condición de mujer y trabajadora, tanto en el hogar
cómo fuera de él-, y para ello tiene al patriarcado como uno de sus mejores
instrumentos para el mantenimiento del sistema pues consigue a través de la
división sexual del trabajo el sostenimiento y reproducción de ese modo de
producción.
Es un modo de producción que ha declarado la guerra a las clases trabajadoras, a las mujeres, al planeta y a la vida misma y por ello mantiene, una dura batalla contra los movimientos ecologistas y feministas; eso sí muchas veces disfrazada de feminismo y de ecología. Pero por ello también los movimientos de clase, feministas y ecologistas deben aunar sus fuerzas contra un neoliberalismo salvaje –fase actual del capitalismo- que destroza nuestro planeta y nuestras vidas; y en esa confrontación, feministas y ecologistas tienen, junto con las organizaciones de clase, un papel primordial en la lucha contra del cambio climático y en la preservación de la biodiversidad.
Clima, Género y Capitalismo están íntimamente relacionados
y no habrá emancipación social si simultáneamente no hay emancipación de la
mujer y la naturaleza deja de ser un recurso más para la acumulación
capitalista.
La explotación de la
clase obrera, la destrucción de la naturaleza y la opresión de la mujer a favor
de la acumulación capitalista son consustanciales en actual modo de producción,
ya que ambas son imprescindibles para su reproducción aún a costa de una crisis
ecológica y social que afectando a la vida del planeta, la sufren especialmente
las mujeres y muy especialmente las
mujeres pobres. Ése es el escenario actual y el punto del que debemos partir,
la realidad que se quiere cambiar.
exigiendo parar el genocidio; la causa de Palestina también es feminista, por ello éste 8 de MARZO debe ser también un clamor ECOFEMINISTA Y PACIFISTA CONTRA EL GENOCIDIO DE GAZA y para reivindicar una Palestina libre, libre como todas nosotras, libre como la naturaleza.
José Ramón Mendoza
Militante de Izquierda Unida
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