Amenazas
procedentes de los partidos de la derecha y ultraderecha que, alimentando el comprensible
descontento de quienes se sienten amenazados por un Pacto Verde Europeo, no
sólo insuficiente sino orientado no en favor de las clases trabajadoras, sino
al de las grandes empresas, lo aprovechan para llevarnos a una Europa de
políticas reaccionarias, cuando no fascistas, a un Europa de retrocesos sociales
o a una Europa que reniegue de la transición ecológica y la lucha contra el
calentamiento global en favor de una capitalismo que es inevitablemente,
comprometiendo nuestro futuro por los beneficios económicos de unos pocos.
Ante
el auge del populismo homófobo, clasista, racista y antiecológico es crucial
que la Unión Europea no solo defienda, sino que también lleve a cabo una
transformación ecológica con mirada de
largo plazo en el compromiso con políticas sociales, ecológicas y feministas; convirtiéndose
así en un referente de derechos sociales y de acción climática y de
biodiversidad, especialmente en un momento en que la humanidad se acerca
peligrosamente a puntos de no retorno ecológico.
Sólo
la izquierda puede conceptualizar esta transformación ecológica, energética e
industrial socialmente justa, en la que, si bien la tecnología desempeñará un
papel importante, esta transición consiste principalmente en una transformación
social del modo de producción y consumo, que debe democratizarse y adaptarse a
las necesidades reales de la población y a los límites del planeta. Una
transformación medioambiental radical debe ir acompañada de la lucha por la
justicia social y la lucha contra la dominación del mercado para lograr una
transición justa hacia economías verdes.
Nuevo
Pacto Eco-social, en favor de las clases trabajadoras, que sustituya al
capitalismo verde y “greenwashing” o “lavado de imagen verde” del Pacto Verde
Europeo, no sólo insuficiente si no fundamentalmente orientado a mantener los
beneficios de las grandes empresas.
La capacidad
creativa de la clase obrera es clave para abordar la crisis ecológica y social
es una herramienta fundamental para caminar por una transición justa concebida
de forma democrática que conduzca a una nueva economía ecológica y feminista
sin dejar a nadie de lado.
Una
economía ecofeminista basada en la aceptación de hechos como que el vínculo
entre las mujeres y el medio ambiente está estructurado por la organización de
la producción, de la reproducción y la distribución definidas tanto por las relaciones
de clase como por el género ya que la degradación de la naturaleza está
íntimamente relacionada con la devaluación de la mujer bajo el sistema de
opresión patriarcal propio de esa organización capitalista de la producción.
Es
necesario pues que tenga lugar una transición ecológica y energética que no debería
conducir a la destrucción de empleo sino todo lo contrario. Una transición que con
la inevitable reducción de empleos en aquellos sectores perjudiciales para el
medio ambiente, traiga consigo el aumento de empleo de calidad en los sectores productivos
ecológicamente sostenibles, los normalmente denominados como “empleos
verdes”, siendo para ello un ambicioso plan europeo de inversiones para que las
empresas y los servicios públicos creen nuevos puestos de trabajo y ofrezcan
formación para ocuparlos.
Izquierda
Unida es la única fuerza que se posiciona claramente por este modelo de
transición basado en una planificación democrática, ecológica, feminista y
socialista de la economía y ello en una UE que determina nuestro día a día: coste
de la vida, hipotecas, paz o el medioambiente.
En estas elecciones nos jugamos literalmente la vida por lo que necesitamos fuerza en el Parlamento Europeo para defendernos de las grandes multinacionales, sus lobbies y sus representantes políticos y para esa defensa es necesaria la presencia Izquierda Unida en el Parlamento Europeo, la presencia de personas luchadoras como Manu Pineda.
José Ramón Mendoza
No hay comentarios:
Publicar un comentario